|
1986. "TRANSFIGURACIÓN, PASIÓN Y MUERTE DE JULIÁN RODRÍGUEZ",
de Luis G. Carreño
Director: Luis G. Carreño
Compañía IMAG-T
Personaje: VARIOS
Género: máscaras, teatro visual, sin texto, drama, comedia
Estreno: Lonja de las Terneras, Madrid
Fotos: Javier del Real
PRENSA
“(…) IMAG-T ha estado presente durante todo el fin de semana en las calles algecireñas, para dar a conocer varios aspectos de creación teatral en montajes escénicos ante el asombro de los algecireños que permanecían en el mercado Torroja o en la Plaza Alta.
IMAG-T ha propuesto a los ciudadanos de esta ciudad cuatro juegos teatrales de calle, bajo los títulos de En el mercado, Transfiguración, pasión y muerte de Julián Rodríguez, Metamorfosis. La intención es la de confrontar y encontrar al público con el teatro y viceversa, transformando el ambiente y utilizando el espacio de forma distinta a como se concibe.
Sus montajes han sido observados por gran número de algecireños, que fijaban su retina de espectadores teatrales en las máscaras y en el vestuario de los actores del grupo, intentando descifrar el mensaje y en definitiva siendo partícipes del juego que IMAG-T hizo extensivo a todos.”
DIARIO DE CÁDIZ, 28/4/1987
Delirio sin palabras
“Comentar una pieza teatral que viene abanderada por el surrealismo resulta de los más complicado. (…) Cuando las cosas se nos dan hechas y pensadas, cuando la realidad es objetiva, hay poco margen para la interpretación. Pero cuando se nos presenta un mundo entrecomillado y sin lógica primaria, el asunto ya se lía. Aquí es donde todo ente pensante tiene derecho a ver lo que quiera.
(…) La expresión generalizada más acorde con el sentido (o sin sentido) de la pieza Transfiguración, pasión y muerte de Julián Rodríguez era ‘Esto es una alucinación’. Y efectivamente, parecía como si el personaje central, Julián Rodríguez, tuviera una pesadilla permanente o se hubiera tomado un ácido, a raíz de lo cual hubiese empezado a delirar en la contemplación de visiones espectrales, monstruosas y retorcidamente figurativas, que no hacían otra cosa que liar su intento de relacionarlas entre sí. Cocktail de pasado, presente y fututo mal dosificado.
Con un apoyo musical bastante conseguido (…) y unas caracterizaciones a la usanza griega (a base de máscaras y otras reconocibles ritualidades) la obra ganó en estética, lo que parecía faltar en contenido. La interrogación puede ser una buena señal de alarma.”
Juanjo Barral, EL CORREO (Asturias), 28/1/1988
|
