ANTONIO DE LA FUENTE ARJONA
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Director de Teatro
¿QUIÉN SE COMIÓ MI PLANETA? (fragmentos) Imprimir E-Mail

© Antonio de la Fuente Arjona

ESCENA 1   -    UNA CITA A CIEGAS


(Estamos en la biblioteca del colegio.
Al fondo una gran estantería llena de libros, y por la escena se reparten algunas mesas y sillas para facilitar la lectura de los visitantes.
Es mediodía y la sala está solitaria y en penumbra.
En la oscuridad vemos movimientos de linternas. Personas que entran y salen como buscando algo o a alguien pero que nunca se encuentran, como una cómica coreografía con sustos y tropiezos.
Son los chicos y chicas de la Panda de Los Últimos de la Clase que van entrando en escena por diferentes sitios -alguno incluso podría entrar por el patio de butacas-.
Hablan en voz baja, manteniendo la intriga.)

SILVIA: ¿Hola? ¿Hay alguien? ¿Chicos, estáis por aquí?

(SILVIA sigue su camino alumbrándose con la linterna y sale por el lado contrario del escenario.
Ahora son OMAR y CHEMA los que entran en la biblioteca.)

OMAR: (Llamando en voz alta.) ¡Eooooo!
CHEMA: (Muy asustado, le recrimina en voz baja.) ¡Calla Omar, no hagas ruido!
OMAR: ¿Por qué?
CHEMA: Porque no sabemos quién nos convocó aquí. Puede ser una trampa, o imagina que algún profesor nos pilla metidos en la biblioteca a estas horas.
OMAR: Es cierto Chema. (Apuntando con la linterna a diferentes lugares de la sala.) ¿Pero dónde estarán los demás de la Panda?

(Casi andando de puntillas para no hacer ruido, OMAR y CHEMA, salen por una esquina cuando, justo por la contraria, entran SARA y RÓBER.)

RÓBER: (Va leyendo un papel.)
DE FEBRERO, UN DÍA BAILA,
QUE UN AÑO ESTÁ Y CUATRO SE ESCONDE.
ESE DÍA AL SOL UN PALO CLAVA EN EL SUELO
Y CUANDO SU SOMBRA PIERDA
LA MITAD DE SU ALTURA,
ACUDE A LA BIBLIOTECA DE LA ESCUELA.
NI ANTES NI DESPUÉS
SI EL MISTERIO DEL LADRÓN DE ESTRELLAS
QUIERES CONOCER.

Ese es el mensaje que nos llegó... (Muy concentrado en el enigma no se fija por donde camina y en la oscuridad se golpea con una silla.) ¡Ay!
SARA: Si es que no miras por dónde vas, Róber.
RÓBER: ¡Jo, qué golpe! Si es que no se ve nada. (Protestando mientras se frota la rodilla que chocó contra la silla.) ¿Quién me mandaría hacerte caso? Con lo a gusto que estaba en mi casa.
SARA: Deja eso Róber y vamos a lo importante.
RÓBER: Claro, como a ti no te duele.

(...)

ESCENA 3   -    LETRAS Y ESTRELLAS

(DON ARTURO, el profesor de Lengua y Literatura, permanece atrincherado en su aula, rodeado de libros y recitando en voz alta párrafos de algunos de ellos.
Manipula los libros con sumo cuidado, incluso sus manos están protegidas por unos típicos guantes de fregar, grandes y de vivos colores.
También hay una pizarra con unas letras dispersas por su superficie. )

DON ARTURO: (Muy teatral y emocionado.)
“A vosotras, estrellas,
alza el vuelo mi pluma temerosa,
del piélago de luz ricas centellas...”

(SARA, CHEMA y OMAR entran por un lateral y pillan a DON ARTURO en pleno recital.)

DON ARTURO: “...lumbres que enciende triste y dolorosa
a las exequias del difunto día,
huérfana de su luz, la noche fría.”
CHEMA:
(Hablan entre ellos en voz baja.) Ahí está Don Arturo.
OMAR: El profe de Lengua y Literatura.
SARA: ¿Pero qué está haciendo?
OMAR: ¡Y mirad todos esos libros!
CHEMA: ¿De dónde los habrá sacado?

(Al verles, DON ARTURO, se dirige a ellos muy excitado.)

DON ARTURO: ¡Menos mal que habéis llegado! ¡Presto, ayudadme! (Y se acerca a ellos mientras continúa leyendo.)
Señas esclarecidas
que, con llama parlera y elocuente,
por el mudo silencio repartidas,
a la sombra servís de voz ardiente;
pompa que da la noche a sus vestidos,
letras de luz, misterios encendidos.”

(Con admiración.)
¡Qué grande Quevedo!
SARA: (Señalando los libros amontonados a los pies del profesor de literatura.) ¿Y esos libros?
DON ARTURO: ¡Mis incunables!
OMAR: (Sospechando del profesor.) ¿Los ha cogido de la biblioteca del colegio?
DON ARTURO: ¡No! ¡Nada quiero de tamaña cueva infectada! Yo tengo aquí mis propios ejemplares, todos de literatura, una pequeña colección para uso particular de mis clases. (Algo angustiado.) Mi tesoro, todavía a salvo de ese extraño virus, ¿pero por cuánto tiempo?
OMAR: (Enseñándole el libro que traen consigo.) ¿Entonces reconoce este libro?
DON ARTURO: (Grita asustado y se aleja de ellos cargando con sus libros, queriendo protegerlos.) ¡Sí! ¡Claro que conozco tal! En esas hojas germinó el virus o lo que sea que arruina los vademécum, ¿por qué lo habéis traído?
CHEMA: Estamos investigando quién puede haber causado esos destrozos.
DON ARTURO: (Incrédulo, les examina de arriba a abajo.) ¿Vosotros, investigando?
OMAR: (Orgulloso.) Sí, nosotros.
DON ARTURO: ¡Pero si sois unos críos! (Recapacitando.) Diantres, por qué no, quizá unos niños barrunten cura para estas páginas enfermas.
SARA: (Extrañada por la teoría de DON ARTURO.) ¿Pero es que los libros pueden enfermar?
DON ARTURO: ¡Por supuesto! También envejecen y sufren si los maltratas. ¿Quién nos asegura que esa plaga no se extienda a todo lo escrito? Aunque por ahora sólo desbarata una parte determinada de los textos. ¡Las estrellas además! Recuerdo que nuestro insigne Calderón de la Barca ya hablaba de ellas. (Abre otro libro y lee.)
“Flores nocturnas son; aunque tan bellas,
efímeras padecen sus ardores;
pues si un día es el siglo de las flores,
una noche es la edad de las estrellas.”
Precioso, ¿verdad? (Volviendo a su obsesión.) ¡Pero menos mal que habéis acudido y podréis ayudarme!
OMAR: ¿Ayudarle? ¿A qué?
DON ARTURO: Pues a invocar a los astros por boca de grandes de la literatura universal. Un acto de desagravio a las estrellas protectoras, inspiradoras, iluminadoras de tantos artistas y obras maestras. ¡Escuchad esto! (Coge otro libro y comienza a declamar.)
“¿Qué es esto Cielo? ¿Qué estrella
a mi nacimiento estuvo
con oposición tan fiera
con tan desdichado influjo?”
Eso decía Lope de Vega. Porque sabed que muchos buscan en las estrellas la razón de sus cuitas, confundiendo Astrología con Astronomía, y a esos les responde Shakespeare muy duramente. (Rebuscando entre sus libros.) Lo tenía por aquí... ¡Aquí está! ¡Atención! (Y lee.) “La estupidez de la humanidad es tan grande que, cuando nos llegan las desgracias, casi siempre resultado de nuestras propias faltas, culpamos a los astros. Como si lo malo que hay en nosotros viniese de los cielos. Como si...”
CHEMA: (Cansado de tanta lectura.) Perdone, profesor, pero nosotros no podemos entretenernos leyendo libros.
DON ARTURO: (Un poco molesto por la interrupción.) ¡Pardiez! ¿Y por qué no, si puede saberse? Leerlos quizá sea la mejor manera de protegerlos. Si los llevamos aquí o aquí (señalándose primero la cabeza y después el corazón), dará igual que sus páginas desaparezcan, nosotros mismos seremos los libros. ¡Por eso hay que memorizarlos! Es la única manera de salvarlos, por si acaso se extiende esta catástrofe literaria. Así que vamos, ayudadme, ¡a memorizar todos!

(…)


ESCENA 4   -    MI GALAXIA EN UN CUBO DE AGUA

(Estamos en un pasillo del colegio. MARCOS, RÓBER y SILVIA están es escena, muy concentrados en su listado.)

SILVIA: (Riéndose.) Seguro que ni os imagináis quién es el siguiente nombre de nuestra lista.
RÓBER: ¿Quién es?

(Por el lado contrario aparece JUANI, canturreando y feliz, cargando con sus aperos de limpieza: uniforme, cubo y fregona, trapo del polvo...)

JUANI: (Saluda a los chicos de la Panda.) ¡Buenos días, chavales! (Y sin dejar de cantar comienza a fregar el suelo del pasillo.)
SILVIA: Juani, la del servicio de limpieza del colegio.
RÓBER: Sí, ya la veo, pero mi pregunta era quién es el siguiente de la lista.
SILVIA: Juani, te lo estoy diciendo.
RÓBER y MARCOS: (Incrédulos.) ¿Juanita?
SILVIA: Eso pone aquí.
RÓBER: Vaya.
MARCOS: Bueno, pues nada, dejadme a mí. Voy a probar una táctica que he visto en algunas películas de detectives.
RÓBER: No sé yo.
MARCOS: Hola Juani, ¿podemos hablar con usted un momentito?
JUANI: Pues claro, chiquillo, y así me tomo un descansito que llevo un día de andar de un lado a otro con el cubo y el mocho, ¡que mira que esta escuela es grande! (A JUANI le gusta mucho hablar y en cuanto le dan cuerda no hay quien la pare.) Fíjate que no me ha dado tiempo ni a merendar. Todo el día dale que te pego. ¡Y sin guantes además! Que me han desaparecido los guantes de fregar, ¿tú te crees? Otro misterio más, aparte de lo de los pobres libros esos de la biblioteca. Qué cosas pasan en este colegio, ¿verdad? Pero dime dime, que yo me pongo a hablar y hablar y me pierdo.

(MARCOS, asumiendo su papel de duro detective de película: las manos a la espalda, muy serio y estirado, se dedica a dar vueltas y vueltas alrededor de JUANI mientras le va formulando distintas preguntas.)

MARCOS: Usted...
JUANI: ¡Ay, no, niño, así empezamos mal! Nada de usted que me haces más mayor.
MARCOS: Bueno, pues tú. Juani, ¿tú has estado en la biblioteca estos últimos días?
JUANI: ¡Uy, pues claro! Yo soy mucho de ir a la biblioteca, casi todos los días me escapo un ratito para visitarla. Al principio solo iba a descansar, se estaba tan bien allí, en verano fresquito y en invierno calentito, y ese silencio y tranquilidad. ¡Qué gusto! Hasta alguna siestecita me he echado allí, lo confieso. Pero después, oye, tanto libro junto me dio curiosidad. ¿Y por dónde empiezo a leer?, me preguntaba yo. Pues por el principio, Juani, me dije, por el principio. Así que fui al listado de la biblioteca y lo que primero vi por la A que me sonó bien fue Astronomía, y me dije, Vamos, Juani, ¿a ver qué es eso de la Astronomía? Y oye, ¡qué cosa!

(...)
                                                                                          "¿QUIÉN SE COMIÓ MI PLANETA?", 2014

 
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