ANTONIO DE LA FUENTE ARJONA
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EL TÍTERE REBELDE (fragmentos) Imprimir E-Mail

© Antonio de la Fuente Arjona

Fantasía casi muda para marioneta y titiritero.

   Se levanta el telón y un potente foco ilumina un teatrito de marionetas en el centro del escenario.
Se trata de un pequeño teatro de madera pintado de rojo y bellamente decorado con dibujos de máscaras y figuras de marionetas de hilo.
Dentro del teatrillo vemos a un títere sentado en el suelo, está como pensativo, la cabecita descansando sobre su mano articulada.
Tras un rato largo el títere suspira y mira a un lado y a otro observando el teatrito que le acoge.
Por fin se decide a levantarse del suelo y pasea lentamente por el pequeño escenario hasta llegar a uno de los laterales que le cierra el paso. Estudia esa pared de madera de abajo a arriba, después acerca su mano y golpea el tablero levemente, como comprobando su sólida firmeza.
Nuestro peculiar protagonista, al mirar de nuevo hacia arriba, descubre el techo que sella el cielo del teatrillo. Sus ojos tristes siguen esa linea horizontal hasta la pared de enfrente, en el lateral contrario.
Muy resuelto, y contando en voz alta cada uno de sus pasos, camina a grandes zancadas hasta esa esquina.

TÍTERE: Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Y seis.

Y aquello no parece gustarle demasiado. Suspira largamente. Este personaje se siente incómodo en espacio tan reducido, se le hace pequeño su precioso teatrillo.
¡Y de pronto toma una decisión!
El títere, con mucho esfuerzo, intenta escalar por el lateral de madera. Pero aquello resulta más difícil de lo que parece, y una y otra vez nuestro héroe acaba por los suelos sin apenas haber logrado subir unos centímetros.
Un risa burlona se oye entre bambalinas.
El títere mira hacia arriba, como preguntando quién se divierte con su infortunio, y por primera vez se da cuenta de los hilos blancos que salen de su cuerpo y que desaparecen en lo alto.
El fantoche, entonces, sin dudarlo un instante, se agarra a uno de esos hilos y pega un tirón tan fuerte e inesperado que vemos entrar por el techo del teatrillo la mano del manipulador con la cruceta desde donde maneja todos los hilos de la marioneta.
Así da inicio un forcejeo violento entre muñeco y manipulador, hasta que al final el titiritero asoma su  cabeza entre los telones y grita, casi ordena.

TITIRITERO: ¡NO!

Pero el títere no cede en su empeño. Entonces el manipulador con su otra mano intenta separar al muñeco de los hilos y es cuando nuestro protagonista aprovecha y se agarra firmemente a esa mano humana.

TITIRITERO: (Muy desconcertado.) ¡Vaya!

La luz de escena se extiende más allá del teatrito de marionetas y descubrimos por fin a la persona del titiritero, vestido de negro, que sacude su mano para librarse del títere rebelde.
Por fin lo consigue y el títere cae al suelo, ya fuera de su jaula o teatrillo. Pero rápido se levanta dispuesto de nuevo a escalar por los hilos.
El titiritero, en respuesta a esa insistencia, le enseña unas grandes tijeras que ha sacado de no se sabe dónde y le amenaza con cortar sus hilos.
Nuestro pequeño héroe se queda paralizado unos segundos. Pero al rato coge uno de sus hilos y orgulloso y sin miedo se lo ofrece al manipulador para que lo corte.
El titiritero está realmente perplejo ante esta reacción.

TITIRITERO: ¿Estás seguro?

El muñeco mueve la cabeza afirmativamente, dando su aprobación temeraria.
La tijera comienza a cortar los hilos, y las extremidades de madera van cayendo sin nada que las sostenga.
Ya solo queda el sedal que sujeta la cabeza del títere. La tijera se acerca pero sin atreverse a cortarlo. El indomable muñeco de nuevo hace un gesto afirmativo. La tijera corta ese último filamento y el fantoche se desmorona en el suelo.
El titiritero observa ese montón de articulaciones sin vida y después la cruceta con los hilos sueltos que todavía sostiene en su mano. Con gesto despectivo la tira al suelo y mira al público como diciendo “¿Qué le vamos a hacer?”, y se marcha de escena silbando una alegre melodía.
La luz se centra ahora en el títere caído. Parece que todo se acabó para él.
¡Pero algo fantástico sucede ante los ojos del público!
Unas alas como de mariposa, grandes y de hermosas transparencias de colores, se despliegan en la espalda de la marioneta. Se abren, se extienden, como desperezándose tras un largo sueño.
El títere despierta y observa extrañado sus alas que ya empiezan a agitarse y a elevarle unos centímetros del suelo.
El muñeco se siente volar, al principio un poco asustado, pero después va cogiendo confianza y planea feliz por el escenario.
Da unas cuantas vueltas por la escena e incluso realiza alguna arriesgada acrobacia aérea, para finalmente, tras lanzar un gracioso saludo al público, desaparecer jubiloso y radiante por lo alto del teatro, dispuesto a conocer mundo.

                                                                                                      "EL TÍTERE REBELDE", 2014

 
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